Adentráte en el corazón de Marruecos y descubrí un viaje que fluye entre el bullicio mágico de Marrakech, la quietud mística del desierto y la brisa marítima de Essaouira. En esta travesía diseñada para quienes aman explorar con todos los sentidos, experimentarás lo auténtico con comodidad, estilo y significado.
Empezás en Marrakech, en un riad encantador dentro de la medina. Caminás por callejuelas sinuosas entre zocos, aromas de especias y voz de vendedores. En un momento de pausa, disfrutás la calma de un hammam tradicional, una inmersión sensorial que reconecta cuerpo y alma. Luego te sumergís en la gastronomía local: acompañado por el chef del riad, recorrés mercados para escoger ingredientes frescos, y aprendés a preparar un tajine con sus secretos, para luego compartirlo en un ambiente íntimo. Por la noche, una cena al aire libre en Jemaa el-Fna te hace parte del teatro urbano más antiguo del mundo: aromas, música, fuego y espectáculo.
Desde el caos elegante de la ciudad te internás hacia el desierto de Agafay, donde la poesía del silencio es protagonista. En vehículos todoterreno rompés la tierra, cruzás dunas sutiles y llegás a un campamento bajo el firmamento. Aquí, la experiencia es ritual: dormís bajo las estrellas, escuchás el viento, disfrutás de cenas junto al fuego y vivís la elegancia en lo esencial.
El trayecto continúa hacia las montañas del Alto Atlas: verdes tonalidades, pueblos bereberes y senderos infinitos. En una casa de huéspedes cálida, compartís lecturas del paisaje, almuerzos tradicionales con anfitriones locales y caminatas con guías que conocen cada piedra, cada historia, cada costumbre.
Y al final, el mar abre sus alas. Llegás a Essaouira, un puerto costero con espíritu bohemio: sus murallas frente al océano, calles de pescadores y el sonido de las olas acompañan tus días. Podés elegir entre montar a caballo por la playa, navegar, relajarte en cafés junto al puerto o simplemente perderte en el ritmo pausado del lugar. Cerrás la travesía volviendo a Marrakech o siguiendo tu destino, pero con el corazón impregnado de Marruecos.
Con Leex, cada cambio de escenario —medina, desierto, montaña, costa— es una nota en una composición viajera. No es solo ver, es sentir, saborear, experimentar lo profundo. Un recorrido para los sentidos, para quien viaja con curiosidad y también con exigencia estética.